lunes, 26 de abril de 2010

La grasa no tenía la culpa



La entrada de hoy va destinada a la grasa y a su carácter benéfico, desde luego bastante más benéfico que lo que nos han contado, y de qué manera nos ayuda a bajar de peso.

En principio, parece contradictorio que para adelgazar, que precisamente consiste en eliminar depósitos de grasa, sea grasa lo que haya que comer. Bueno, cuando uno estudia la fisiología de la nutrición se da cuenta de que la paradoja no es tal. Sobre este tema volveremos y ampliaremos información más adelante en este mismo blog, pero quiero empezar marcando bien el terreno para que nadie se confunda.

Los alimentos se pueden descomponer en agua, que suele ser el componente mayoritario en muchos de ellos, proteínas, lípidos -dentro de los cuales las grasas y aceites son el grupo cuya presencia en los alimentos es mayor-, glúcidos -vuelvo a decirlo, eso que algunos llaman "hidratos de carbono"- y componentes menores en cantidad aunque muy importantes por su papel en el organismo, como sales minerales y vitaminas.

Cuando una persona engorda -salvo retenciones de líquidos y otras situaciones de las que nos ocuparemos a su debido momento- lo hace porque acumula grasas. Ahora bien, el cuerpo es algo más que un almacén pasivo que acumula aquello que ingiere; no por comer proteínas el cuerpo va a acumular proteínas o no por tomar glúcidos el cuerpo va a acumular glúcidos. Se acumulan las grasas por la razón de que, una vez que el cuerpo ha decidido que hay que almacenar, las grasas son, con diferencia, la mejor forma de hacerlo, independientemente de con qué nos hayamos alimentado. O sea, que lo que hay que decirle al cuerpo es que no acumule, es más, que vacíe los depósitos.

Y aquí viene la solución del enigma que se puede leer entre líneas en el párrafo anterior. ¿Quién es ese malvado duende fisiológico que le dice al cuerpo que acumule los alimentos -ya sabemos en qué forma y en qué sitios- en lugar de gastarlos? La insulina. Atención a la palabra que es la responsable de gran parte de los males de nuestras sociedades, sobre todo de las epidemias de síndrome metabólico, síndrome X, diabetes tipo II, obesidad, aumento en la aparición de cánceres, degeneración macular, etc.

Pero antes de nada, permitidme que no satanice a la insulina. En efecto, se trata de una hormona secretada por el páncreas absolutamente necesaria para la vida y cuyo funcionamiento adecuado nos permite gozar de buena salud. El problema aparece cuando nos dedicamos a "engañar" e intoxicar a nuestro propio cuerpo haciendo que la insulina acabe funcionando mal. Cuando ocurre eso, sobrevienen las enfermedades que he expuesto más arriba y otras que ya irán saliendo.

Bueno, pues ya sabemos cuál es la manija que gobierna el que los alimentos se acumulen en forma de grasa en los depósitos que el organismo tiene; sólo nos falta, para acabar ya por hoy y cerrar el post aludiendo de nuevo a su título que la grasa no es la que le dice a la insulina que haga guardar lo comido en los michelines. Todo lo contrario.

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