martes, 26 de abril de 2011

Algunas reflexiones

Muchacha leyendo, de Fernando Botero.
Saludos a todos.

Tras una serie de visitas a la planta de cirugía digestiva de un gran hospital relacionada con un familiar cercano, motivo por el que -entre otros- no he podido atender adecuadamente el blog, quisiera trasladaros algunas de las ideas que se me han venido a la cabeza -que últimamente, como veis, no son muchas- en relación con lo que está pasando. Me explico.

En el hospital al que me refiero, además de cuestiones quirúrgicas por otras causas, atienden concretamente a pacientes con obesidad mórbida que se someten a la consabida reducción de estómago para intentar adelgazar. Ya en principio, la cuestión es significativa:

   O sea, que permitimos que las personas engorden hasta límites monstruosos gracias a una mala alimentación y, para reparar el asunto, lo único que se nos ocurre es cortarles un trozo de estómago para que les quepa menos comida. Es como si para prevenir los delitos de robo, hiciéramos los bolsillos de los pantalones más pequeños, de suerte que los objetos robados tengan que ocupar menos volumen. En fin, de aurora boreal.

La verdad es que siempre pensé que la mayor parte de la cirugía era el fracaso de la ciencia y experiencias como la descrita no creo que me saquen de ese argumento (tal vez erróneo). Eso no obsta a que, fracasada la inteligencia, el mal menor sea el bricolaje.

El adelgazamiento que se logra, a base de no comer, genera lipodistrofias que deben ser corregidas de nuevo con el bisturí en ristre, cebándose en este caso en caderas, piernas, vientre...La supresión de alimento que se logra es espectacular, ya que una persona sometida a esta operación no es capaz de sobrepasar medio yogur de ingesta (unos 60cc).

Ni qué decir tienen los gastos que para el sistema sanitario suponen estas formas tan dudosamente inteligentes de atacar el problema de la obesidad. En un entorno de restricciones presupuestarias, con unos sistemas sanitarios que ya eran insostenibles en los tiempos de bonanza, y con los índices de masa corporal incrementándose año a año, alguien tendría que poner un poco de sentido común en todo esto, ¿no os parece? Tranquilos, que ni está ni se le espera. Con el nivel que tenemos en las clases dirigentes en general, y, con los que orientan la dietética, en particular, sólo nos queda la esperanza de seguir a paso firme hacia el abismo.

En fin, como siempre, lanzo la pelota. A ver si hay alguien para recogerla y devolverla. Un abrazo.

viernes, 8 de abril de 2011

La última del metabolismo: acéticos y cetosis
















 Bueno, en los posts anteriores vimos cómo, a partir de la glucosa y otros azúcares, el cuerpo era capaz de llegar a producir ácido acético, "ingrediente" fundamental del proceso metabólico central conocido como el Ciclo de Krebs, mediante el cual se "quemaba" poco a poco esa molécula de dos átomos de carbono hasta su completa degradación (con el concurso de la cadena respiratoria) a dióxido de carbono y agua.

El ácido acético puede ser generado a partir de otros sustratos no glucídicos, como proteínas y, sobre todo, grasas. La razón es bien simple: los ácidos grasos, constituyentes de las grasas son ácidos orgánicos (como el acético), pero con cadenas más largas, de 18, 20,... átomos de carbono. Cuando el organismo quiere "quemar" esas grasas, pone en marcha un proceso (que se conoce como beta-oxidación o hélice de Linen), por el cual, los ácidos grasos se acortan en cada vuelta en dos átomos de carbono (les hemos quitado un ácido acético) llegando, de ser necesario, a su total consunción.

Ni qué decir tiene que ese procedimiento es, incluso, más eficaz que la glucolisis a la hora de generar ácidos acéticos, ya que los ácidos grasos de cadena larga no son sino el producto de "empaquetar" ácidos acéticos para cuando puedan hacer falta (energía de reserva).

Cuando a un organismo se le priva de aporte glucídico, el organismo va a poner en marcha esas grasas de reserva de la única forma que puede: recortando trocitos de dos átomos de carbono en forma de ácido acético para que entren en el Ciclo de Krebs y liberar así la energía química que contienen. Tenéis que tener en cuenta que la potencia de extracción de energía de este ciclo es como cinco veces mayor que la de la glucolisis, con lo que, en cierta forma, la parte del león de la energía celular se encuentra en la degradación progresiva del acético.

El problema puede surgir con ciertas células, muy especializadas, en las que la maquinaria metabólica está muy definida hacia su función, y de las cuales ponemos como ejemplo a las neuronas. Cuando estas células carecen de glucosa, toman esos comprimidos de acético que hemos puesto en el inicio del artículo  que van a entrar directamente en el Ciclo de Krebs y que has sido sintetizados a tal efecto por el hígado (primordialmente) o por el riñón. Insisto: los cuerpos cetónicos originales (acetoacetato y dihidroxibutirato) no son sino el resultado de empaquetar dos ácidos acéticos para expedirlos hacia las células que los necesitan. Estos paquetes de cuatro átomos de carbono pueden, espontáneamente, perder un átomo mediante una decarboxilación, para rendir una molécula de acetona. La acetona se expulsa por la orina o se elimina con los gases espirados, confiriendo un característico olor dulce o afrutado a la orina o al aliento.

Y ahora vamos con el enfoque dietético: ni qué decir tiene que las dietas cetogénicas van a provocar un adelgazamiento mucho más rápido que cualquier otra, entre otras cosas,  porque parte de los cuerpos cetónicos se elimina por aliento y orina, con lo cual, casi de forma textual podíamos decir que los depósitos grasos se esfuman. Personalmente, no las tengo todas conmigo en esto de las dietas cetogénicas y puede ser, sin duda, al efecto de la "inercia cultural" que uno arrastra tras años de formación lipofóbica. Me explico:

Durante mucho tiempo, la cetosis se consideró un estado patológico o, cuanto menos, excepcional. Eso fue lo que nos explicaron. Desde que Atkins y otros se levantaran para reivindicarla como un estado natural del metabolismo, nuestra visión ha ido cambiando algo, pero la inercia sigue. Reconozco que la frase de un autor creo que estadounidense que Álvaro nos ha traído alguna vez que alude a que lo que no es natural ni fisiológico es comer en cada esquina y cada cinco minutos, ha causado mella en mi forma de pensar y ha hecho que me replantee algunas cosas. No obstante, cada uno tiene sus tiempos, aún estoy en el camino, que diría José Agustín Goytisolo.

Es por ello que me limito a proponer el tema y a esperar vuestras aportaciones para seguir madurándolo y aprendiendo. Saludos.