domingo, 11 de marzo de 2012

Respuestas pendientes, y II (http://wholehealthsource.blogspot.com)

Bueno, Jesús, no desesperes que todo llega:

En principio, quería agradecerte que nos hayas puesto en conocimiento de una página tan interesante como esa a la que te referías en tu comentario y que inserto en el título de este post.

Si bien últimamente no he tenido mucho tiempo, leí en su día el artículo que me recomendabas y a veces me he asomado a leer alguno más. Como se puede deducir de mis palabras anteriores, la página me gusta, si bien mantengo un cierto espíritu crítico, como con todo, cuando la leo.

Estoy de acuerdo contigo y con Stephan Guyenet, que es el autor del blog, en que la sola hipótesis de los índices glucémicos-insulinémicos no sea del todo exacta a la hora de estudiar el fenómeno de la obesidad.

Desgraciadamente, yo soy de los que piensan que la ciencia no es cosa fácil y que, si bien, cuando se ha alcanzado un cierto nivel de conocimientos en una disciplina, las cosas parece que encajan como por ensalmo, mucho me temo que en este tema estamos bastante lejos de esa visión desde arriba que nos permita gozar con la contemplación del hecho estudiado y comprendido. Por contra, lo que ocurre para una mayoría es que, conscientes tal vez de que la complejidad puede llegar a ser considerable, se embarcan en cualquier hipótesis a condición de que sea facilita, de que les aporte esa sensación de control y de conocimiento que resulta tan gratificante. Esta limitación de muchas personas, unida a la sensación de carencia de una explicación convincente es aprovechada por mucho desaprensivo para colarse como "el-científico-al-que-se-le-entiende-todo" que nos ha de aliviar el paso  por este valle de lágrimas: peligroso.

La verdad es que no pretendía invadir los terrenos de la Epistemología, aunque no rehúso el tema; simplemente animo a las personas más versadas que yo en la materia a que hagan sus aportaciones, que nos enriquecerán a todos.

Así, en busca de ese conocimiento aparentemente fácil, es como hay que entender el éxito de hipótesis como la de las calorías, de la que su mayor virtud es que sólo requiere el empleo de la suma y la resta y, casi todo el mundo se cree capaz de sumar y restar con corrección...

No quisiera yo, por ello, sacralizar una hipótesis, en mi caso la de reacción insulínica al alimento, para dotarme de y ofrecer un referente inamovible, sencillo, infalible y definitivo: no haría más que reproducir el esquema que critico, como algunos movimientos que se declaran enemigos de las religiones y que no son sino otra religión análoga (con un patrón calcado) a las que supuestamente denigran.

Bueno, parece que además de irrumpir en la Epistemología, voy a profanar otras áreas de la Filosofía: cuando vea a mis colegas filósofos correré a pedirles disculpas.

Y tras tanta disquisición, os cuento mis sensaciones cuando leo el blog cuya crítica se me solicitaba. Ya digo que estoy de acuerdo con que la reacción insulínica no sea TODO; ahora bien, la negación de que sea todo no quiere decir que sea la NADA (bueno, le toca el turno ahora a la Lógica de predicados de primer orden, con cuantificadores existenciales y universales, claro). Estoy de acuerdo en que debe haber algo más. Ahora bien, y aquí desenvaino la toledana -o la albaceteña-, no puedo estar de acuerdo con que todo esto sea no más que el resultado, más o menos disimulado, de la suma-resta de calorías célebre, y me explico.

En varias de las entradas de Stephan, podemos vislumbrar entre líneas que el razonamiento que subyace a su pensamiento es que los que toman más calorías están más gorditos, por el hecho de que comen más. Evidentemente, para evitar caer en una de tantas calculadoras de calorías como hay por ahí, disfraza la cosa con argumentos más o menos científicos o cientifistas: en las entradas que me recomendaste, aludía para eso a la Primera Ley de la Termodinámica. La verdad es que me parece un poco pretencioso, habida cuenta de que lo que persigue es colarnos un balance entre cantidad de energía ingerida y cantidad de energía consumida.

Igualmente, parece que su discurso está permeado de cuestiones sobre palatabilidad y saciedad; yo creo que la saciedad es importante, pero, en este caso, el hilo va de que de aquello que nos gusta -alta palatabilidad- nos damos un festín, por lo tanto tomamos más calorías y estamos más gordos.

Por otra parte, algunos de los experimentos y citas que ofrece me parecen interesantes (como el de la ceremonia del engorde en ciertas tribus africanas), si bien en otros me parece que es difícil establecer una relación causal con la fisiología normal de la nutrición (perfusión de insulina para emular los efectos de una hiperinsulinemia, etc).

En definitiva, lo voy a seguir leyendo con interés, si bien creo que "se le ve un poco el plumero" con el tema de la suma y resta de calorías, eso sí, bien camuflado entre términos científicos que, a veces, habría que discutir con más tranquilidad.

Como veis, disto mucho de cerrar el asunto, así que espero vuestras puntualizaciones, a la vez que os animo a visitar la página de referencia, que considero muy interesante. Saludos.

4 comentarios:

  1. Hola, acabo de leer ahora la entrada. Gracias por la respuesta. Te explico: yo no estoy totalmente de acuerdo con Stephan. Simplemente te decía que creo que las evidencias contra la idea de la insulina y la acumulación de grasas son enormes y creo que dinamitan la hipótesis por su base. Aunque cada uno lo ve como quiere. Para mí, seguir insistiendo en que los alimentos con alto índice glucémico son los culpables de que la gente esté gorda es una barbaridad. No sólo están las evidencias científicas que Stephan expone; también están las evidencias antropológicas (los Kitavas tienen en la base de su alimentación los boniatos y no sufren obesidad ni enfermedades occidentales; por no hablar de tribus africanas donde el consumo de miel es habitual y tampoco eso conduce a las enfermedades de la civilización). Entonces, ¿qué es lo que engorda? ¿Qué es lo que nos está matando? Bien, Stephan tiene una teoría (la del “Food Reward” y todo ese rollo) que a mí no me convence mucho, pero la escucho con interés, pues va en línea con lo que pienso. Lo de las calorías “in and out” creo que puede no ser cierto, te podría dar incluso la razón; ahora bien, hemos de ser honestos y reconocer que todos los estudios científicos serios hasta hoy no han podido tirar abajo esa hipótesis. Sea lo que sea, es un tema complejo, y para mí está claro que tiene relación directa con el proceso industrial de la alimentación (espero poder convencerte de esto, te lo voy a explicar por extenso en otro comentario)

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  2. (continuación 1...) Antes del boom de la alimentación industrial todo esto no pasaba. Puedes ver un gráfico interesante del aumento de la comida preparada por la industria en http://boingboing.net/2012/03/09/seduced-by-food-obesity-and-t.html (es un artículo del mismo Stephan, no hace falta que lo leas si ya conoces sus teorías. Busca el gráfico que se llama “The Rise of Commercially prepared food”). Ahora me dirás que la industria (pues eres bromatólogo) no es la culpable, que no está demostrado que el proceso industrial de la comida sea el causante del daño. Estoy de acuerdo en que habrá productos químicos que serán inofensivos, pero seamos realistas: todo este problema del cáncer en crecimiento exponencial, de la obesidad como epidemia, de la diabetes galopante, etc. antes de los años 70 no pasaba. En los 70 se extiende el uso de aceites industriales y comidas preparadas artificialmente (con glutamato, con sirope de fructosa, etc.). Yo no sé qué componentes son los culpables del daño que estamos sufriendo, pero todo apunta a que el daño viene de la industria. Luego dicen que no hay evidencias… ¿Cómo las va a haber? ¿Acaso piensas que un laboratorio independiente puede hacer frente a los estudios de laboratorio tendenciosos que promueve una industria multimillonaria? Si yo gano miles de millones con la soja transgénica puedo pagar a 300 químicos para que investiguen las propiedades beneficiosas de la leche de soja, pidiéndoles que no investiguen las perniciosas. Todo veneno tiene propiedades beneficiosas en baja dosis (ej. El alcohol mata pero dicen que en baja dosis es bueno para la circulación). Mi teoría sobre la salud: el dinero es el culpable de todo (una teoría muy acorde con estos tiempos).

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  3. (continuación 2, final...)El capital privado paga a los científicos, crea centros de investigación biotecnológica, otorga becas de investigación, crea masters, etc. etc. Grandes empresas de alimentación y farmacéuticas están detrás de la ciencia, son las que hacen la ciencia, una ciencia que sea rentable, obviamente. A día de hoy no es rentable estudiar si las proteínas de soja hidrolizada pueden causar daños al ser humano (si alguien le encuentra una rentabilidad, entonces muchos invertirán en demostrar que son malas). Todo consiste en buscar rentabilidad a la ciencia. La ciencia sin rentabilidad no interesa. La salud no es rentable tampoco per se. Par investigar si las proteínas de soja hidrolizada son perniciosas contra la salud, en el mejor de los casos tendrás a un científico o a dos en un laboratorio (universitario seguramente) estudiando por su cuenta un tema con los más que escasos fondos públicos que solicitan al departamento. En frente, investigando los beneficios de la soja, tienes a 200 científicos de Kellogg’s con fondos ilimitados de capital privado que quieren demostrar lo magnífica que es la soja para dar el pelotazo con sus productos. Si eres independiente y consigues demostrar que la soja transgénica tiene algún componente dañino, métete en un juicio contra alguna gran compañía a ver si tu “abogaducho” de provincias puede ganar frente a un gabinete experto en demandas de la salud de Londres con más de 50 profesionales dispuestos a pulverizar todas tus pruebas científicas. En fin, sigue imaginando tú sólo y entenderás que no hay una conspiración contra nosotros, que nadie es el interesado en que enfermemos, que esto no es Matrix, pero que dejar nuestra alimentación en manos de compañías cuyo único interés es el económico no es una opción inteligente. Y no culpes a los gobiernos, ellos no hacen la gran ciencia, la masa de la ciencia, ni tienen medios para contradecir los miles de estudios que publica anualmente la comunidad científica pagada por capital privado. Como ya he dicho, ¿no nos estará matando el poder del dinero? Yo lo pienso cada vez que voy al supermercado y, al dar la vuelta a un paquete de queso o de chorizo que vale 0,99 euros (cada vez más barato), veo que hay dos párrafos de ingredientes (a veces la caja es grande para que quepan todos los ingredientes). Entonces me digo: ¿pero el queso no es leche con fermentos? ¿Pero el chorizo no es carne con especias? ¿Por qué estos productos llevan dos párrafos de ingredientes? ¿Dónde puedo comprar yo estos ingredientes para hacer el producto en casa? Vaya, vaya. Bienvenido al mundo de las enfermedades occidentales. Queso y chorizo, pone en el paquete, y no lo son. Eso eran antes, ya no lo son, ahora son otra cosa desconocida para el organismo. Y esa cosa está buenísima (han investigado para que esté buenísima) y se vende a casco porro. He ahí el quid de la cuestión: se vende, se vende a casco porro. Eso es todo. Hay más blogs interesantes, aunque no soy seguidor al 100% de ninguno, cojo cosas de aquí y allá. Uno de ellos, excelente, es Perfect Health Diet. Otro es el de la Fundación Weston A. Price (Chris Masterjohn). Todos en general (como el de Stephan) van en esta línea de alimentación más natural, de preparar tus propios alimentos. Son blogs interesantes que me han enseñado mucho, aunque no estoy 100% de acuerdo con todos ellos. Un abrazo.

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    1. Estimado Jesús:

      Te agradezco primero tu prolija respuesta, con la que estoy, pese a lo que puedas suponer, bastante de acuerdo. Pero para poder decírtelo con más sosiego, prefiero abrir un nuevo post, ya que creo que la cosa se merecerá unos cuantos.

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